Hoy llamé a la mamá del amor de mi vida, una como madre conoce mejor que nadie a sus hijos, le pedí consejo acerca de si debía insistir con su hijo, o ya dejarlo en paz, me pidió de favor que ya no insistiera, que estuviera yo tranquila, que ya no lo buscara. He sentido un dolor pero no como otras veces, fue un dolor no fuerte, pero por dentro, me produjo un dolor corporal extraño, ganas de volver el estómago, y de hecho hice el ritual que ustedes conocen dos veces, sin expulsar nada mas que saliva. Así reaccioné ante la noticia, la última vez que recuerdo haber reaccionado de manera similar fue una vez que me caí de la bicicleta y me raspé la rodilla horriblemente, no se si fue la sangre, o el dolor o qué, pero volví el estómago.
Esta vez estuve a punto de volver, mientras escribo estas lineas me siento tranquila, pero no es una tranquilidad real, mas bien no me ha caido el veinte, estoy como ida.
Por primera vez lucho por algo en la vida, y se me niega. Tal vez la señora tenga razón, más bien tiene razón: Dios sabe por qué hace las cosas, solo déjalo que actúe, y tú estate tranquila.
Seguiré su consejo, hay que aprender a dejar ir. Madurar es aprender a dejar ir, dejar ir es aprender a madurar.
Que me caiga el veinte Dios, ayuda a que me caiga el veinte de cada una de las experiencias vividas y a que no cometa más los mismos errores.
Hoy leí esta frase en una exposición de fotos de futbol:
camina, camina, con una esperanza en el corazón, y nunca caminarás solo.
me las dijeron especialmente para mí, peco de egoísta, pero las sentí para mí.
Dios te bendiga Victor, hoy y siempre

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