El fin de semana pasado he puesto mi árbol de navidad, es el primero en mi nueva casa. De hecho es un árbol muy especial, porque no requiere de mucho dinero, y puede hacerte pasar ratos muy agradables.
Corté un polocote en un lote valdío, lo pinté de blanco y lo coloqué en una lata de rajas con un poco de cemento colado.
En lugar de esferas he colgado objetos hechos de papel, es increible lo que puedes hacer con un trozo de papel y un poco de papiroflexia, eso esí, es un poco tardado.
Pero lo más increible de este árbol es lo que provoca a su alrededor, pregúntenle a mis vecinas, sobre todo a Angie, una niña de 6 años, que se ofreció ayudarme a pintarlo y después llamó a otra vecina, quien a su vez llamó a otra, y la historia terminó en que cada una de ellas tomó su polocote e hizo su propio pino de navidad, no me pregunten sobre sus manos, piernas y cara, lo bueno es que las mamás no me reclamaron.
Un pino de verdad es hermoso, pero no podemos acabar con los bosques, aunque sean cultivados expresamente para esto, no me agrada la idea de acabar en un mes, con una vida que le tomó años llegar a ese punto.
Nos quedan 4 años, tengo que echarle ganas.....
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