sábado, 22 de noviembre de 2008

El príncipe de las dos princesas


Hace muchos años, vivía en un castillo una hermosa princesa, su nombre Aladia, era bella y agraciada y contaba con el amor de un gran príncipe, quien encantado por su belleza pidió su mano al gran rey, quien gustoso accedió.

Pasaron tres largos meses, todo era dicha y felicidad, pero una bruja malvada que vivía cerca del castillo, al enterarse de que Aladia era muy feliz, no pudo soportarlo, la envidia fue más fuerte que ella y elaboró un conjuro mientras preparaba un brebaje especial.

Cuando el brebaje estuvo en su punto se encaminó al castillo, y esperó hasta tener la oportunidad de encontrarse frente al príncipe.

Finalmente, una tarde el príncipe salió del castillo, la bruja, que disfrazada de aldeana pasaba desapercibida logró acercarse a él y fingiendo caer, derramó un poco del brebaje sobre las prendas del príncipe. Pidiendo disculpas se alejó lo más deprisa que pudo.

El príncipe apenas tuvo tiempo de percatarse del incidente, pero lo consideró un accidente y se encaminó a sus labores.



Ya por la noche, de regreso al castillo, algo extraño ocurrió, su adorada princesa y ahora esposa Aladia, era otra mujer, no era dulce, ni tierna, todo le molestaba, y no soportaba tener al príncipe cerca. El príncipe no entendía lo que ocurría, y así transcurrían los días.

El príncipe Vival no sabía qué hacer, así que decidió alejarse de la princesa, y dejó el castillo, alejándose lo más que pudo, con el corazón destrozado.



Decidió internarse en el bosque, cabalgó durante días, hasta que una mañana llegó a la cascada de cristal, y decidió detenerse para admirar su belleza y beber un poco de agua. Cual fue su sorpresa al percatarse que tras la cortina de agua se encontraba una mujer, no era bella como su amada Aladia, pero tenía algo que la hacía muy especial, y el príncipe Vival no pudo dejar de observarla. La mujer al verlo no se asustó, al contrario, salió a su encuentro y se presentó: Bondadoso caballero, permítame presentarme, soy la princesa Malva, y esta es la cascada de cristal, conocida por sus aguas cristalinas y milagrosas, ya que alivian las penas del corazón, Qué te trae por estos rumbos?, El príncipe quedó ingrávido ante la princesa Malva, era una princesa especial, lo sabía, se perdía en esos ojos profundos, no podía evitarlo. El sonido del agua al caer lo hizo regresar al presente, y contestó la pregunta de la princesa explicándole su triste historia.

La princesa Malva le ofreció su amistad, el príncipe fue aceptado en la aldea, y pronto surgió una gran amistad entre ambos.

Así transcurrían los días, y el príncipe, casi no recordaba a su adorada Aladia, Malva llenaba sus pensamientos, y decidido a conquistarla le declaró su amor, que Malva aceptó sin pensarlo, porque ella también sentía lo mismo por el principe Vival.

Se enamoraron, y soñaban con un gran futuro, con una familia, con muchas aventuras juntos. Pero el conjuro de la bruja, que había sido derramado sobre el príncipe, siguió haciendo efecto, y esta vez, Malva cambió su mente y su modo de pensar, pidiéndole al príncipe que se alejara.

Vival, confundido, no entendía lo que pasaba, le habían destrozado el corazón por segunda vez; Malva parecía una piedra inamovible.

El príncipe Vival se alejó nuevamente, sin rumbo, estaba convencido que el amor de su vida era Malva, pero no podía obligarla. Mientras caminaba por el bosque, buscando un lugar donde construir un hogar, tropezó con una caravana de aldeanos que provenían del reinado de Aladia, y les escuchó decir que la princesa estaba ofreciendo recompenza a quien pudiera darle noticias de su amado príncipe Vival.

El príncipe, entonces decidió regresar, con una esperanza en el corazón, pensando que podría recobrar el amor de Aladia, quien le haría olvidar a Malva.

Y así fue, regresó al castillo donde Aladia lo recibió con los brazos abiertos, todo regresaba a su cause, Malva había quedado atrás, pero con el paso de los días, el brebaje volvió a hacer de las suyas, pero esta vez, no había escape, el príncipe no podía alejarse de la princesa, tenína que permanecer a su lado, a pesar de todas las dificultades. Vival no tuvo más remedio que aguantar, y su nueva existencia la vió como un reto a vencer, su amada Malva vivía en su corazón, en sus pensamientos, pero no en su vida.



Malva pedía a los cuatro vientos que le regresaran a su amado príncipe, todos los días acudía a la cascada de cristal, tal vez hoy vendría...... Por su mente pasaba la idea de enfrentarse a la princesa Aladia, pero el código entre las princesas no se lo permitía, el príncipe tenía que decidir, pero al paso de los años, Malva comprendió cuál fue la decisión ...............






1 comentario:

Victor Manuel dijo...

los 14 puntitos al final del cuento, me generan mucha insertidumbre.

bonito cuento.

salio de ti?

saludos